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Dragonfly

El oráculo de Nidra (III)

Cuando despertó no sabía donde se encontraba, le dolía la cabeza, se sentía confuso, le costaba recordar algo. Estaba sentado en un desierto vagón de metro, con una mochila en el regazo. Abrió la cremallera y buscó que había dentro, por si le daba alguna pista de qué hacía allí. ¡Una ballesta! Observó el gatillo y las flechas afiladas ¿por qué estaba ahí? ¿Para que la quería?
El vagón llegó a la dolorosa claridad de una estación, la luz le molestaba, le lloraban los ojos. Se puso en pie trabajosamente y, cuando las puertas se abrieron, salió al anden. Le costaba caminar y las pocas personas que esperaban el metro le miraban y se apartaban. Se dirigió a la salida. La confusión daba paso a la prisa, al tiempo que sus pensamientos y sus piernas se aclaraban, sus pasos tamblaleantes se transformaron en una rápida carrera.
Pero ¿por qué corría?
La bruma comenzaba a despejarse en su mente mientras alcanzaba el exterior, como si la luz del día trajera también luz a sus pensamientos. Calles estrechas, suelo mojado, edificios antiguos y un cielo desgarrado de nubes, amenazador. Y ese silencio impropio de una gran ciudad, pesado, aterrador
Algo horrible estaba a punto de ocurrir.
Se detuvo un instante, sacó la ballesta de la mochila y colocó una flecha en su lugar. Después siguió corriendo, un poco más deprisa... quizás era demasiado tarde...
Un par de metros antes de doblar una esquina, le sorprendio un sonido abrupto e indescriptible. Lo que tanto temía se había concretado. Había llegado demasiado tarde.
Paró en seco, solo se escuchaba el viento y los latidos de su corazón...

Despertó de golpe. Al estrépido de los latidos de su corazón se unía el timbre del telefono móvil. Dio una vuelta en la cama y tanteó en la mesilla de noche.

-¿Quién es?-
-Manolo... soy David. Se que te hago una faena, es tu día libre, pero hay muchísimo tajo y Sergio se ha puesto malo.... ¿Puedes venir?-
Le dolía la cabeza y todavía no estaba despierto del todo, le costaba pensar. Pero, en fin, en el trabajo nunca se habían portado mal con él, todo lo contrario.
-En media hora estoy allí-
-¡Gracias tio! En cuanto pueda te daré dos días libres, para compensar...-
Fuera, estaba anocheciendo. Trabajar de noche y dormir de día y los días que libraba, dormía de día y de noche, aprovechando un poquito de la mañana para hacer la compra arreglar la casa.
Se miró en el espejo del bajo. Ojeroso y sin afeitar parecía avejentado, llevaba varias noches durmiendo mal, tenía pesadillas y se despertaba en medio de la noche...

5 comentarios

dragonfly (currando) -

Buen detalle el de Mery, si es pequeña la ballesta y la mochila generosa, supongo que si que cabe en una mochila....

dragonfly (currando) -

mmmmm, como en matrix... "¿alguna vez no has estado seguro de si estabas despierto o si dormias?" (o como fuera)
El trocito de relato es un retal de otro relato, del año pasado, tenía la idea, pero nunca me decidí a escribirlo, y ahí está....
Besines.
Gracias por tus comentarios (a ti y a tod@s)

Marta -

Mmm, dónde queda la línea entre sueño y realidad?? existe realmente lo que hacemos en estos instantes, o es sólo un sueño?

Marta -

Por cierto... Una ballesta?? Cada vez más interesante.

Mery -

Menos mal que no suelo acordarme de lo que sueño jejeje, las pesadillas te dejan mala todo el dia, por cierto, una ballesta cabe en una mochila??? :-S

Un besito