Intuición (VI)
En la calle hacía demasiado calor. La boca de metro se le antojaba una puerta abierta a un paraiso de penumbra y frescor donde modernos trenes se encargaban de transportale en un suspiro al otro extremo de la ciudad. Además, no le apetecía caminar.
Dejó que las escaleras mecánicas le llevaran poco a poco hasta las entrañas de la tierra, mientras admiraba la arquitectura de la estación.La habían abierto apenas hace un año y sin duda era toda una obra de ingeniería.
Unos pocos escalones mas abajo, un policia, que también se dejaba llevar por la escalera mecánica.
Sin saber por qué, la pistola que llevaba en la cintura atrajo su atención como un imán. Se imaginó por un instante con ella en las manos. ¿Cuanto pesaría? ¿Cuantas balas habría en el cargador?
Sacudió la cabeza. No le gustaban las armas, aunque comprendiera que hasta cierto punto eran necesarias. En las manos equivocadas eran fuente de horror, de muerte, de dolor.
Sin quererlo de nuevo volvió a pensar en la pistola. El policía parecía distraido, así que le pareció fatible acercarse a el por la espalda y arrebatarle el arma. Miro a su alrededor. La escalera mecánica se acababa unos metros mas adelante y daba paso a un amplio vestibulo. Había varías personas junto a la taquilla, esperando su turno para comprar un billete. Con una pistola podría matarlos a todos. A todos.
No entendía que le pasaba. Temblaban sus manos, todo su ser, sudaba a chorros, concentrando hasta el último gramo de su voluntad en ignorar aquela voz que bramaba en su cabeza, que le exigía que se abalanzara sobr el polícia y que le arrebatara el arma. Que le instaba a convertir aquel lugar en una orgia de sangre.
Con gran esfuerzo logró ignorar aquella voz. El policía se dirigió a la taquilla y él sacó el billete del bolsillo con manos temblorosas, encaminandose hacia los torniquetes.
Entonces algo pasó. Todas las personas que había en el vestibulo se volvieron hacia él como si de una sola se tratara y le señalaron. Empezaron a caminar hacia donde se encontraba con pasos rápidos.
Nada de aquello tenía sentido. No fue capaz de meter el billete por la ranura, salto los torniquetes y comenzó a correr escaleras abajo, en dirección a los andenes.
Le estaban esperando. Toda la gente que abarrotaba el anden le estaba esperando. Le atraparon, como atrapa a una tela de araña a una mosca. Le cogieron en volandas, llevandolo cada vez vás cerca de las vías.... Como si quisieran tirarle allí....
Intentaba zafarse de ellos, gritaba, pataleaba, pero todo era inutil.
Entonces escuchó un chirrido que le heló el alma. Un tren estaba a punto de entrar en la estación...
Dejó que las escaleras mecánicas le llevaran poco a poco hasta las entrañas de la tierra, mientras admiraba la arquitectura de la estación.La habían abierto apenas hace un año y sin duda era toda una obra de ingeniería.
Unos pocos escalones mas abajo, un policia, que también se dejaba llevar por la escalera mecánica.
Sin saber por qué, la pistola que llevaba en la cintura atrajo su atención como un imán. Se imaginó por un instante con ella en las manos. ¿Cuanto pesaría? ¿Cuantas balas habría en el cargador?
Sacudió la cabeza. No le gustaban las armas, aunque comprendiera que hasta cierto punto eran necesarias. En las manos equivocadas eran fuente de horror, de muerte, de dolor.
Sin quererlo de nuevo volvió a pensar en la pistola. El policía parecía distraido, así que le pareció fatible acercarse a el por la espalda y arrebatarle el arma. Miro a su alrededor. La escalera mecánica se acababa unos metros mas adelante y daba paso a un amplio vestibulo. Había varías personas junto a la taquilla, esperando su turno para comprar un billete. Con una pistola podría matarlos a todos. A todos.
No entendía que le pasaba. Temblaban sus manos, todo su ser, sudaba a chorros, concentrando hasta el último gramo de su voluntad en ignorar aquela voz que bramaba en su cabeza, que le exigía que se abalanzara sobr el polícia y que le arrebatara el arma. Que le instaba a convertir aquel lugar en una orgia de sangre.
Con gran esfuerzo logró ignorar aquella voz. El policía se dirigió a la taquilla y él sacó el billete del bolsillo con manos temblorosas, encaminandose hacia los torniquetes.
Entonces algo pasó. Todas las personas que había en el vestibulo se volvieron hacia él como si de una sola se tratara y le señalaron. Empezaron a caminar hacia donde se encontraba con pasos rápidos.
Nada de aquello tenía sentido. No fue capaz de meter el billete por la ranura, salto los torniquetes y comenzó a correr escaleras abajo, en dirección a los andenes.
Le estaban esperando. Toda la gente que abarrotaba el anden le estaba esperando. Le atraparon, como atrapa a una tela de araña a una mosca. Le cogieron en volandas, llevandolo cada vez vás cerca de las vías.... Como si quisieran tirarle allí....
Intentaba zafarse de ellos, gritaba, pataleaba, pero todo era inutil.
Entonces escuchó un chirrido que le heló el alma. Un tren estaba a punto de entrar en la estación...
2 comentarios
Beu -
Marta -