La cárcel del crepúsculo (V)
No me falles, corazón pensaba mientras introduciá la llave en el contacto. Por suerte su montura le correspondió con un rugido del motor al pulsar el botón de arranque. Se puso al casco y partió con chirrido de neumáticos....
El dragón continuaba agitandose dentro de su cabeza. Eso dificultaba enormemente la tarea de volar bajo, en la noche, ignorando los semáforos, esquivando cada coche. El aire de la noche era cálido, compacto, su caricia resultaba repugnante. Que más daba, olvidando el dolor se concentraba en girar el puño de gas. Se internó en una autovía de circunvalación, agachado tras el carenado, con su mente trabajando todo lo rápido que podía. El aeropuerto era un lugar enorme y aquel misterioso vehículo podía estar en cualquier parte. Como buscar una aguja en un pajar, para volverse loco...
Inés si que podría ayudarme pensó pero eso no es posible.
Como quien contempla una película, se vio a sí mismo inclinado junto al cuerpo inerte de Inés, clavando su mirada por última vez en sus ojos color miel, antes de cerrarlos para siempre.
-Ellos nunca dejan cabos sueltos- murmuró, mientras acariciaba su pelo rubio. Ignorando el disparo en la nuca, Inés parecía tan solo dormida.
Sirenas lejanas le sacaron de su ensimismamiento. Se puso en pie y trato de recordar que había tocado, para así poder borrar sus huellas. Solo le faltaba ser acusado de asesinato. Enfrascado en esa tarea, recordó haber visto un andamio en la parte trasera del edificio. Una buena vía de escape.
Pero ese simple pensamiento le encogió el corazón. Desde pequeño tenía mucho miedo a las alturas. Y esta vez no tenía a Inés a su lado para tranquilizarle, no. Temblando abrió la ventana. La plataforma metálica del andamio le parecía increiblemente pequeña y frágil, el vacío, enorme y amenazador, envuelto en la oscuridad de la noche.
Con movimientos lentos, torpes, temblorosos, logró alcanzar el suelo. Se adentró en la noche, sin mirar atrás.
El dragón continuaba agitandose dentro de su cabeza. Eso dificultaba enormemente la tarea de volar bajo, en la noche, ignorando los semáforos, esquivando cada coche. El aire de la noche era cálido, compacto, su caricia resultaba repugnante. Que más daba, olvidando el dolor se concentraba en girar el puño de gas. Se internó en una autovía de circunvalación, agachado tras el carenado, con su mente trabajando todo lo rápido que podía. El aeropuerto era un lugar enorme y aquel misterioso vehículo podía estar en cualquier parte. Como buscar una aguja en un pajar, para volverse loco...
Inés si que podría ayudarme pensó pero eso no es posible.
Como quien contempla una película, se vio a sí mismo inclinado junto al cuerpo inerte de Inés, clavando su mirada por última vez en sus ojos color miel, antes de cerrarlos para siempre.
-Ellos nunca dejan cabos sueltos- murmuró, mientras acariciaba su pelo rubio. Ignorando el disparo en la nuca, Inés parecía tan solo dormida.
Sirenas lejanas le sacaron de su ensimismamiento. Se puso en pie y trato de recordar que había tocado, para así poder borrar sus huellas. Solo le faltaba ser acusado de asesinato. Enfrascado en esa tarea, recordó haber visto un andamio en la parte trasera del edificio. Una buena vía de escape.
Pero ese simple pensamiento le encogió el corazón. Desde pequeño tenía mucho miedo a las alturas. Y esta vez no tenía a Inés a su lado para tranquilizarle, no. Temblando abrió la ventana. La plataforma metálica del andamio le parecía increiblemente pequeña y frágil, el vacío, enorme y amenazador, envuelto en la oscuridad de la noche.
Con movimientos lentos, torpes, temblorosos, logró alcanzar el suelo. Se adentró en la noche, sin mirar atrás.
7 comentarios
Marta -
Nimue y su kaos -
Dragonfly -
me encanta que os guste...
y me encanta escribirla...
Mery -
yka -
Dragonfly -
un beso
* SaRa * -