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Dragonfly

Lluvia sobre el mar

(inspirado en una poesia de Mario Benedetti que nos regaló Arandanilla)

El cielo estaba lleno de nubes oscuras, amenazadores, de una paleta de colores que abarcaban del gris al púrpura, pasando por todos los tonos intermedios.
Apretó el paso, no quería mojarse. A pesar de sus esfuerzos, no logró llegar a su destino antes de que empezara a llover. Apenas alcanzó el puerto, gruesas gotas comenzaron a estrellarse contra el suelo, gris, de un color semejante al del cielo.
Se refugió en uno de los bares del puerto. Pidio un café y se sentó en una de las mesas que había junto a la ventana.
El café estaba caliente y amargo. Ángela se apartó el pelo de la cara, mientras contemplaba la lluvia sobre el mar. Agua, diluyendose en agua, mojando el puerto y los barcos pesqueros amarrados, pero tambien el agua del mar...

(se que es muy poquito... si alguien se anima a contuniarlo)

6 comentarios

arandix -

Pues compartiremos muchos, amigo. Es un lindo refugio...gracias

dragonfly -

gracias a ti, arandanilla. Apenas leo poesía y sin ti me perdería un montón de preciosos poemas...

arandanilla -

gracias, amigo. Es todo un detalle...Besos

dragonfly (currando) -

Precioso Marta, de verdad, entre los dos ya tenemos una semillita de relato...

Sory -

Mi inspiración ultimamente no está muy alla,... y después de Marta qué más puedo decir! :)
Un besazo a cada uno! :**

Marta -

No estoy inspirada, ni estaré a la altura...

Dos minutos antes, Pedro había entrado en el mismo bar, se había sentado en su mesa del fondo, con la puerta delante de él, y el gran ventanal, con miras sobre el puerto a su derecha.
Su jornada en el pesquero no le había traído demasiado trabajo, a pesar del agua removida, gran anzuelo para los peces, no había pescado apenas nada, y prefería, siguiendo los consejos de su familia, llegar a puerto antes de que cualquiera de las tormentas que florecían por allí, estallase.

Estaba esperando que le trajeran su chocolate caliente, cuando una extraña entró en el bar.
El pelo oscuro le caía sobre la frente, sus manos finas y delicadas apretaban con nerviosismo el bajo de su chaqueta. En cuanto se sentó, se apartó el cabello de su rostro, dando paso a una cara angelical, que con ojos inquietos miraba las primeras gotas caer a través del ventanal. Les trajeron sus bebidas y mientras Pedro no cesaba de mirarla, ella, sonreía al horizonte, dando alegría a su persona.

¿Qué estaría pensando aquella ninfa del mar?