11 segundos
Se va acercando el primer aniversario de aquel día horrible y los programas especiales sobre ese terrible atentado surgen como setas. Y una parte de mi quiere verlos, para no olvidar, que la memoria es frágil, y para ver si saco algo en claro. Pero otra parte de mi se niega a verlos, porque se que me va a dar la llorera, que voy a revivir esos momentos tan duros. Aunque no le pasara nada ni a familiares ni a amigos...
Nunca podré olvidar el Jueves 11 de Marzo de 2004. Todas esas horas pegado al televisor conmocionado, sin acertar a comprender que pasaba, preguntando qué podía impulsar a unos seres humanos a sembrar de bombas unos trenes de cercanias.
Al día siguiente, aquella impresionante manifestación, toda esa gente, la lluvia empandome el pelo y la ropa, corriendome por la cara, mezclandose con las lágrimas. Todo acompañado por esa sensación agridulce al comprobar que la unidad de los políticos apenas había durado unas horas y se echaban la culpa los unos a los otros, más preocupados por alcanzar o manternerse en el poder que por cualquier otra cosa.
El sábado, volviendo de mi piru en bici por Madrid pasé por la estación de El pozo, se me encogió el corazón. Miraba el aparcamiento desierto y casi podía entrever la silueta de uno de los vagones, destrozado, como un jugete roto, que colocaron allí para dejar libres las vías. La tarde de el sábado 13, cogí la bici y bajé hasta la estación de El Pozo. Puede parecer una tontería, pero después de dos días siguiendo la tragedia por televisión, todavía se me antojaba un mal sueño, no podía ser verdad, necesitaba ver con mis propios ojos algo que me confirmara que aquello había sucedido... Apenas me bastó contemplar un instante el vagón destrozado sobre el asfalto del aparcamiento. Me di la vuelta y volví por donde había venido, sacudiendo la cabeza, llorando...
Nunca podré olvidar el Jueves 11 de Marzo de 2004. Todas esas horas pegado al televisor conmocionado, sin acertar a comprender que pasaba, preguntando qué podía impulsar a unos seres humanos a sembrar de bombas unos trenes de cercanias.
Al día siguiente, aquella impresionante manifestación, toda esa gente, la lluvia empandome el pelo y la ropa, corriendome por la cara, mezclandose con las lágrimas. Todo acompañado por esa sensación agridulce al comprobar que la unidad de los políticos apenas había durado unas horas y se echaban la culpa los unos a los otros, más preocupados por alcanzar o manternerse en el poder que por cualquier otra cosa.
El sábado, volviendo de mi piru en bici por Madrid pasé por la estación de El pozo, se me encogió el corazón. Miraba el aparcamiento desierto y casi podía entrever la silueta de uno de los vagones, destrozado, como un jugete roto, que colocaron allí para dejar libres las vías. La tarde de el sábado 13, cogí la bici y bajé hasta la estación de El Pozo. Puede parecer una tontería, pero después de dos días siguiendo la tragedia por televisión, todavía se me antojaba un mal sueño, no podía ser verdad, necesitaba ver con mis propios ojos algo que me confirmara que aquello había sucedido... Apenas me bastó contemplar un instante el vagón destrozado sobre el asfalto del aparcamiento. Me di la vuelta y volví por donde había venido, sacudiendo la cabeza, llorando...
2 comentarios
dragonfly (currando) -
Pues eso, que si no entiendes algo, dimelo, y al resto os digo lo mismo... Me tengo que plantear hacer un diccionario Dragonfly-Castellano...
Marta -
Por cierto, cambiando el tono del post... Qué significa "piru"? (vuelta, paseo?)