Nada de lo que hagas puede devolverme la vida (IV)
Sus labios se torcieron en una mueca de contrariedad al ver la espada, rota por la mitad, sobre la cama.
A tomar por culo la espada- pensó.
En cualquier otra ocasión, todo lo que le rodeaba, todo el moviliario del piso, habría sufrido las consecuencias de su ira. Pero no en aquel momento. Le dolía el hombro izquierdo, la muñeca derecha, la cabeza..... Terminaba antes enumerando las partes de su cuerpo que no se quejaban amargamente.
En la calle, su moto agonizaba, con el carenado destrozado y brotando a chorros sus fluidos vitales: agua y aceite.
Y a tomar por culo la moto
Se preguntó que pensaría de aquello María. Pero ella estaba muerta y ya no tenía que preocuparse por espadas ni por vehículos. Ya no tenía que vivir con la muerte en los talones, siempre meditando cada el paso....
En aquel momento comprendió que no era mejor que aquellos a los que perseguía. Su destino y el suyo eran el mismo aunque se nergara a aceptarlo. Desde el instante en el que cruzó la linea que jamás debia haber cruzado, cuando comenzó a cazarlos, estaba condenado, al igual que lo estaban ellos.
Apartó de su mente aquellos negros (aunque ciertos) pensamientos y trató de ser práctico. Una nueva espada, un nuevo vehículo. Eso era lo que le hacía falta.
Conseguir una espada no iba a ser nada facil, mucho menos una obra de arte como la que tenía delante. Quizás un artesano pudiera repararla, quizás. Encontrar un artesano era aun mas dificil que comprar una nueva espada, así que desechó la idea. Le las tendría que apañar con cualquier objeto largo, afilado y restistente que encontrara. Quizás una guadaña o una hoz... si, definitivamente eso podía servirle.
En cuanto a lo otro.... Camiando lenta y pesadamente llegó al recibidor. En el suelo, junto a la puerta, su mochila. Rebuscó en su intierior hasta toparse con su preciado juego de ganzuas. Siempre podía robar un coche...
Se preguntó que le diría su madre si pudiera verle en ese momento: convertido en asesino y ladrón, escoria en un mundo podrido. Por suerte, ella también estaba muerta y no podía ver en que se había convertido su querido hijo...
A tomar por culo la espada- pensó.
En cualquier otra ocasión, todo lo que le rodeaba, todo el moviliario del piso, habría sufrido las consecuencias de su ira. Pero no en aquel momento. Le dolía el hombro izquierdo, la muñeca derecha, la cabeza..... Terminaba antes enumerando las partes de su cuerpo que no se quejaban amargamente.
En la calle, su moto agonizaba, con el carenado destrozado y brotando a chorros sus fluidos vitales: agua y aceite.
Y a tomar por culo la moto
Se preguntó que pensaría de aquello María. Pero ella estaba muerta y ya no tenía que preocuparse por espadas ni por vehículos. Ya no tenía que vivir con la muerte en los talones, siempre meditando cada el paso....
En aquel momento comprendió que no era mejor que aquellos a los que perseguía. Su destino y el suyo eran el mismo aunque se nergara a aceptarlo. Desde el instante en el que cruzó la linea que jamás debia haber cruzado, cuando comenzó a cazarlos, estaba condenado, al igual que lo estaban ellos.
Apartó de su mente aquellos negros (aunque ciertos) pensamientos y trató de ser práctico. Una nueva espada, un nuevo vehículo. Eso era lo que le hacía falta.
Conseguir una espada no iba a ser nada facil, mucho menos una obra de arte como la que tenía delante. Quizás un artesano pudiera repararla, quizás. Encontrar un artesano era aun mas dificil que comprar una nueva espada, así que desechó la idea. Le las tendría que apañar con cualquier objeto largo, afilado y restistente que encontrara. Quizás una guadaña o una hoz... si, definitivamente eso podía servirle.
En cuanto a lo otro.... Camiando lenta y pesadamente llegó al recibidor. En el suelo, junto a la puerta, su mochila. Rebuscó en su intierior hasta toparse con su preciado juego de ganzuas. Siempre podía robar un coche...
Se preguntó que le diría su madre si pudiera verle en ese momento: convertido en asesino y ladrón, escoria en un mundo podrido. Por suerte, ella también estaba muerta y no podía ver en que se había convertido su querido hijo...
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