Llueve sobre mojado
Sentado en el cálido interior del autobús contemplaba las primeras gotas de lluvia mojando el asfalto, con la confianza del que está a cubierto y sabe que, al menos de momento, no va a mojarse. No sé por qué, esta mañana me desperté pensando en una canción de Dover (Rain of the times), con la lluvia un fragmento de su letra se pasea por mi memoria
Do you remember when I told you
I wouldn't change a word that I said
if you don't mind I'm gonna break you
another rain, another rain of the times
Wait until the lights comes
También recordaba las (como casi siempre) sabias palabras de mi padre, advirtiéndome que las primeras gotas de la lluvia arrastran suciedad, grasa, aceite, volviendo el pavimento sumamente deslizante. Está el agua por encima, así lo llamamos.
Y en ese instante mi imaginación vuela, me transporta al interior de un coche de rallyes culebreando por una carretera estrecha y revirada que atraviesa un frondoso bosque. Puedo escuchar el bramido del motor, el copiloto cantando las curvas, la respiración acelerada del piloto, sus manos crispadas en el volante. Comienza a llover, gruesas gotas estrellándose contra la luna delantera y el piloto que pone en marcha los limpiaparabrisas con un rápido gesto. El paisaje me es familiar, quizás sea Córcega. El coche se acerca a una curva de izquierdas, cerrada, en bajada. Tapizada de hojas secas que comienzan a empaparse. Pese a los esfuerzos del piloto las ruedas se bloquean en la frenada, el coche derrapa. Puedo leer la desesperación en el rostro del piloto perlado de sudor, en el último momento trata de devolver al coche a la trazada correcta con un leve tirón del freno de mano. Pero todo es inútil, el coche acaba hundido en la cuneta. El piloto arranca el motor, acelera. Nada. Los bajos golpean en el suelo dejando las ruedas sin tracción. El piloto llama a los espectadores con gestos nerviosos. Push the rear, grita. Con grandes esfuerzos logran devolver al coche a la carretera.
Cuando vuelvo a la realidad (me dicen que siempre ando en las nubes) hace rato ya que el autobús esta en marcha, estamos a medio camino de casa. Paseando mi mirada por la acera justo en el instante en el que un joven resbala y se va al suelo, lo veo caer como a cámara lenta. Un segundo después está de nuevo en pie, avergonzado por su torpeza quizás. Si es que esas aceras de baldosas blancas que se han empeñado en poner resbalan un montón.
Cuando me bajo del autobús cerca de casa ya no llueve, aunque el cielo sigue tapizado del mismo gris acerado. Y me pregunto cuando llovió por última vez... no lo sé, tal vez en agosto. Mucho tiempo, de todas formas. Aunque sea un latazo, es bueno que llueva, ojalá tengamos un otoño lluvioso...
Do you remember when I told you
I wouldn't change a word that I said
if you don't mind I'm gonna break you
another rain, another rain of the times
Wait until the lights comes
También recordaba las (como casi siempre) sabias palabras de mi padre, advirtiéndome que las primeras gotas de la lluvia arrastran suciedad, grasa, aceite, volviendo el pavimento sumamente deslizante. Está el agua por encima, así lo llamamos.
Y en ese instante mi imaginación vuela, me transporta al interior de un coche de rallyes culebreando por una carretera estrecha y revirada que atraviesa un frondoso bosque. Puedo escuchar el bramido del motor, el copiloto cantando las curvas, la respiración acelerada del piloto, sus manos crispadas en el volante. Comienza a llover, gruesas gotas estrellándose contra la luna delantera y el piloto que pone en marcha los limpiaparabrisas con un rápido gesto. El paisaje me es familiar, quizás sea Córcega. El coche se acerca a una curva de izquierdas, cerrada, en bajada. Tapizada de hojas secas que comienzan a empaparse. Pese a los esfuerzos del piloto las ruedas se bloquean en la frenada, el coche derrapa. Puedo leer la desesperación en el rostro del piloto perlado de sudor, en el último momento trata de devolver al coche a la trazada correcta con un leve tirón del freno de mano. Pero todo es inútil, el coche acaba hundido en la cuneta. El piloto arranca el motor, acelera. Nada. Los bajos golpean en el suelo dejando las ruedas sin tracción. El piloto llama a los espectadores con gestos nerviosos. Push the rear, grita. Con grandes esfuerzos logran devolver al coche a la carretera.
Cuando vuelvo a la realidad (me dicen que siempre ando en las nubes) hace rato ya que el autobús esta en marcha, estamos a medio camino de casa. Paseando mi mirada por la acera justo en el instante en el que un joven resbala y se va al suelo, lo veo caer como a cámara lenta. Un segundo después está de nuevo en pie, avergonzado por su torpeza quizás. Si es que esas aceras de baldosas blancas que se han empeñado en poner resbalan un montón.
Cuando me bajo del autobús cerca de casa ya no llueve, aunque el cielo sigue tapizado del mismo gris acerado. Y me pregunto cuando llovió por última vez... no lo sé, tal vez en agosto. Mucho tiempo, de todas formas. Aunque sea un latazo, es bueno que llueva, ojalá tengamos un otoño lluvioso...
11 comentarios
Dragonfly -
A mi también Ana, pero bien resguardado de la lluvia....
Dynaheir -
Pues nada rey, que he vuelto :)
Anazul -
Dragonfly -
claro, si te pilla un chaparron en la calle y sin paraguas, pues no tiene nada de bonito porque te mojas...
Bonifasi -
Maribel -
Buenos días Dragonfly!
Sory -
Que no llueva ! Se que es necesario, y a veces hasta apetece, pero no de continuo !:(
Besito ! :*
Patch -
Nimue y su kaos -
Dragonfly -
un besito
Mery -